Navegando el camino: Travesía Náutica Xacobea

Oscar Siches

El potencial de los eventos locales como atracción para los entusiastas de la náutica, tanto visitantes como huéspedes permanentes de un puerto deportivo, ha recibido atención internacional (tal vez no lo suficiente) desde hace un tiempo. Marina World, la revista inglesa líder en materia de marinas fue invitada a un evento único que demuestra que dicha teoría tiene fundamentos válidos.

Las expectativas eran altas al aterrizar en Vigo en una tarde de junio. Unos cuantos periodistas extranjeros fueron invitados a hacer un Camino de Santiago híbrido, en barco y a pie. No les voy a dar la lata con el Camino, pero sí confirmarles que la experiencia incluye el paisaje, la historia, la cultura compartida y la solidaridad.

ASNAUGA, la asociación local de clubes náuticos, tuvo la idea de organizar este evento y consiguió el apoyo de Sailway, una empresa local de chárter con base en Vigo, y de la Consejería de Turismo del gobierno gallego. Esto permitió a los clubes náuticos una exposición única integrada con una muy importante tradición local.

Nos embarcamos a las 9 de la mañana en un Sailway 14m ELAN-45. El barco tenía cuatro años y estaba perfectamente mantenido. Allí conocimos a nuestro patrón, Albino, de unos 60 años y un gran comunicador, a quien poco queda para enseñarle. Los gallegos son muy buena gente, currantes de buen humor, el personal de ASNAUGA y su directora Laura Moya estuvieron allí para saludarnos y coordinar los últimos detalles del crucero.

Un segundo barco, de 39 pies, fue parte de la peregrinación. La tripulación incluía gente de Sailway y de la Autoridad de Turismo de Galicia. Disfrutamos de un fantástico almuerzo como huéspedes del Club Náutico de Vigo, fundado en 1905.

El edificio todavía tiene mucho del estilo tradicional de navegación de las décadas de 1950 y 1960, con paneles y columnas de madera y una biblioteca bien surtida. Todos los transeúntes son bienvenidos por precios tan bajos como 25 euros por noche para un 40 pies. Las tripulaciones pueden utilizar las instalaciones del club, que incluyen una gran piscina, SPA y el restaurante con un gran menú a 14 € y bien regado.

Obviamente, con una primera experiencia así, uno espera una peregrinación única. Ir peinando la costa vecina te hace descubrir nuevos paisajes cada hora. Esta costa no se repite sino que cambia drásticamente cada corta distancia. Playas de arena blanca, pequeños puertos pesqueros, grandes formaciones de rocas en tierra, balsas de acuicultura y un horizonte que refleja miles de verdes de los bosques y campos costeros.

A la mañana siguiente zarpamos hacia las islas Cíes, una barrera natural protegiendo del oleaje de los vientos del Atlántico. Éramos 8 tripulantes y el barco resultó ser espacioso, bien equipado y con un cockpit fantástico. Las Islas Cíes son un parque natural con acceso restringido, pero con solo notificar a las autoridades tu deseo de ir allí, se te autorizará si no hay saturación de embarcaciones. Los permisos son gratuitos y los puertos deportivos los solicitan con gusto como parte de su servicio. Se permite el fondeo, así como el uso de las playas.

Sin llegar a la grandeza de algunos puertos deportivos mediterráneos, estos puertos brindan la familiaridad de los gallegos nativos, gente que vive y comprende el mar. El almuerzo se organizó de camino a Portonovo, nuestra próxima visita al club de yates y allí fue cuando nosotros, 8 desconocidos hasta 24 horas antes, nos transformamos en una piña. Fue la magia de compartir barco, puertos deportivos, la mar, el paisaje costero y sentirnos bien en esa compañía mutua, una sensación que no está garantizada per se, pero que estuvo ahí desde el principio del viaje.

De la cocina seguían saliendo los típicos paquetes de jamón, chorizo, queso, galletas, patatas fritas y pan. Fue el gran momento especial que tenía que ser. Farruca (agencia de marketing), Maria (revista local de F&B), Jonathan y Claudia (alemanes, 7 años navegando alrededor del mundo), Manuel (aplicación Navily), Steve (guía náutica del Reino Unido), Albino el capi y yo, compartimos esa primera comida a bordo con el alma más que con el estómago y disfrutando esa camaradería única de la gente de mar.

Hubo, por supuesto, la ayuda de vino, cerveza y otras bebidas no tan apropiadas como el agua. Este tipo de peregrinaje es una forma de darle vida a la aventura de la navegación, va más allá del grupo pequeño, se puede crear un programa y compartirlo en el puerto para alentar a los visitantes / navegantes residentes a pensar: -nosotros también podríamos hacer esto-.

Comenzamos con un SO débil que se convirtió en un NO fresco, dejando que el génova y la mayor mostraran su poder llevándonos a 8 nudos con una cómoda escora. Teníamos mucha curiosidad por nuestro próximo club o marina, puntos importantes de la experiencia. Y aquí es cuando uno se da cuenta de que las expectativas creadas por un evento bien organizado mejoran la experiencia de la llegada y el disfrute de una marina o las instalaciones de un club náutico: como dice el lema de una conocida compañía de puertos deportivos, “la llegada es solo el comienzo” (arriving is just the beginning”).

En cada uno de estos clubes sellábamos nuestros pasaportes de peregrino, como prueba de la distancia navegada y junto con el tramo a pie, merecer la emisión de un certificado de peregrinación en la oficina de llegada del Camino. La cena en el club alcanzó la perfección absoluta, nuestros anfitriones (todos) han sido increíblemente generosos en todo.

Sanxenxo, otra de las escalas, es un lugar náutico favorito de la sociedad madrileña y hogar de la clase internacional 6m en España. No hubiéramos cambiado estos acogedores puertos por Mónaco o el sur de Francia, de ninguna manera. Este evento, donde se reúnen asociaciones náuticas locales, organizaciones de turismo y regionales, empresas de vuelos chárter y otras participantes, creará una red de turismo náutico más sólida que beneficiará a todos.

Nuestro cuarto día comenzó con un madrugón y una zarpada temprana. Se pronosticaron vientos de 30 nudos del N después de las 10:00, y había un pasaje que negociar antes de que se levantara la marejada. El viento del norte nos recordó quién es el jefe en la mar y nos envió olas de 3 m (10 pies) mientras ceñíamos sin importarnos (más bien disfrutando) las nubes bajas y algo de lluvia. Nos mojamos el culo, los zapatos y los omóplatos con esas infames gotas irrespetuosas que se abren paso a través de nuestros cuellos. Y fue hermoso, interesante y único.

Las Rías Baixas son cuatro grandes entradas naturales que miden aproximadamente 12 millas de largo y 6 millas de ancho. En el interior, están llenos de bahías, penínsulas, islas, puertos de yates y ciudades, que crean una costa muy atractiva y llena de posibilidades de exploración. Dejando una de ellas, pasamos por un gran promontorio de rocas que me recordó a The Baths, en las Islas Vírgenes Británicas, en el Caribe. El paisaje es muy variado y a la vez acogedor, como quienes le habitan (sé que me estoy repitiendo pero los gallegos se lo merecen).

Más tarde ese día, nos llevaron a un lugar 10 km antes del final del camino, donde se nos proveyeron cayados, sombreros y la concha del Apóstol con su cruz roja que simboliza la Galicia Universal. Los navegantes disfrutaremos de la caminata, y al mismo tiempo estaremos recordando la experiencia náutica de los últimos días, y supongo que estaremos haciendo una lista de nombres de familiares y amigos a quienes traeremos la próxima vez. Ese es el efecto de la peregrinación: que inmediatamente quieres compartir.

Cuando vayas a navegar en Galicia, tómate tu tiempo o te perderás fantásticas escalas. Constantino Kavafis “Ithaka” me viene a la mente y se vuelve tan válido como siempre: “Espero que tu camino sea largo. Que sean muchas las mañanas de verano cuando entre en los puertos que ves por primera vez te detengas en los mercados fenicios para comprar cosas finas, nácar y coral, ámbar y ébano; y que visites muchas ciudades egipcias para aprender y seguir aprendiendo de sus eruditos.

No pierdas de vista Ítaca, porque ese es su destino. Pero tómate tu tiempo; mejor que el viaje dure muchos años y que tu barco solo eche anclas en la isla cuando te hayas enriquecido con lo aprendido en el camino”. Los gallegos te tiran su alma por la cabeza de un modo del que es imposible resguardarse. Eran celtas y romanos, y ahora son personas orgullosas de su territorio, sus tradiciones y su historia, y el mar ha sido parte de ellos desde siempre. Experimentan la complicada sensación de temer y amar el mar, que puede tanto arrebatarles a sus seres queridos como proveerles su principal sustento.

Si un evento así lo organiza una agencia de management corporativo, este viaje puede ser la mejor experiencia para desarrollar un espíritu de equipo. Lo sientes de inmediato, y eso es muy importante a la hora de sumarte a la peregrinación, porque para Galicia esto no es sólo un evento turístico, sino algo arraigado en sus almas y una parte de su cultura y ascendencia que están muy orgullosos de mostrar y compartir. Alquilen un barco allí o únanse con el suyo. Déjenlos hacerse cargo. Sientan la sensación muy especial de haber hecho el Camino. Será memorable.

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